Cuánto tiempo hace que no das un paseo por el campo y dejas el móvil en casa? Seguramente, el mismo que llevas sin aplicarte un cosmético de forma lenta y placentera. Practicar la filosofía slow podría ser la solución, una forma de recuperar el equilibrio emocional. El verano es el mejor momento para conseguirlo: su cadencia es más relajada, y nosotras nos sentimos del mismo modo. Lo primero es entender en qué consiste el “movimiento lento”. para el escritor italiano Carl Honoré, promotor de está filosofía de vida con miles de seguidores en todo el mundo, se trata de reaccionar contra la creencia de que lo rápido es mejor. “No es cuestión de hacer las cosas a ritmo de tortuga sino a la velocidad adecuada. Es vivir plenamente el momento”, explica , esto se puede aplicar a todas las facetas de la vida.
FITNESS A CAMARA LENTA
La piedra angular del movimiento la puso la organización slow food en Italia. Y de los guisos sin prisas pasamos a todo un movimiento global: slow fashion, buscando prendas de tejidos artesanales, elegantes y confortables; slow travel, hoteles que se aproximan a la cultura autóctona…Y centrándonos en el slow beauty encontramos ramificaciones como el slow fitness. Se trata de huir de los máximos resultados en tiempo récord.
El slow beauty es hoy, más que un derecho, una necesidad. Y es que hay veces en las que más que gozar de un masaje o de la aplicación de una crema, nos obsesionamos con la cantidad de cosméticos que debemos utilizar y las funciones que han de cumplir. “La idea es tomar conciencia de cuidarnos. Desde extender los cosméticos mediante un masaje a subir las escaleras andando o decantarnos por un tratamiento en cabina donde la persona se sienta única, sin prisas” . Así hay firmas que incluyen un ritual completo de purificación facial para hacer desde casa sin mirar el reloj, con texturas agradables y aromas sutiles.
SLOW LIFTING: TENSAR SÍ, AGREDIR NO
Tanto tiempo luchando contra el tic tac, y ahora llega la belleza calmada para venerar casi lo contrario: envejecer lentamente. Normalmente nos lanzamos a la búsqueda del elixir de la juventud a costa de estresarnos mientras damos o no con él. Nos aceleramos, comemos mal, dormimos poco… cuando lo que deberíamos hacer es practicar el slow aging: sí, queremos envejecer, pero de una forma mejor, seleccionando lo que aplicamos en la piel, apostando por la nutricosmética para cuidarnos de dentro a fuera.
¿Qué hacen las seguidoras de esta corriente si les preocupa, por ejemplo, la flacidez del rostro? Apuestan por el slow lifting, que no pasa por el bisturi: usan los ultrasonidos, que unifican el poro, hidratan y tensan en varias sesiones. O el lifting facial japonés, una terapia neurosensorial que combina disciplinas manuales para tensar la piel y equilibrar las emociones.
En nuestro centro de estética contamos con estos tratamientos donde te relajaras y disfrutaras de cualquiera de nuestros tratamientos y podrás desconectar de la rutina, te mimamos la piel y por supuesto a ti, es tu momento, y porque no regalarse un tiempo y pensar en nosotras, slow, “despacio”, es una forma de vida en contraposición con esta carrera desenfrenada, a veces hacia ningún sitio, en la que estamos instalados en las sociedades del llamado “mundo desarrollado”.
No se trata de ser un bicho raro, sino de intentar pensar tranquilamente, de trabajar par vivir, no vivir para trabajar, de disfrutar de los nuestros y del tiempo que nos queda libre, y de hacer las cosas bien. Igual menos cosas, pero dedicándoles el tiempo que se merecen.
se puede aplicar a todo, desde nuestras relaciones personales hasta la forma de cocinar, de comprar, de volver a lo cercano.
Este verano regalémonos para cuidarnos y disfrutar de pequeños rituales placenteros:un baño largo, antes un peeling, después una hidratación, una mascarilla, y por qué no una pedicura de esas que te cierras en el baño una hora. Unas velas, música y sin reloj. es barato, gratificante y te ayuda a pensar, sobre todo en ti misma.